MIS TRES HERMANITAS DEL CORO
Eran tiempos de posguerra
Bajo la dictadura franquista.
A los curas y a los militares
Se les adoraba y veneraba.
Sobre todo a los suras de la Iglesia
Que paseaban al dictador bajo palio.
Nuestra madre era de Ontiñena, Huesca
Nuestro padre de Navalmanzano, Segovia
Siervos el uno del dictador
La otra de Dios y sus enviados los curas.
Mi madre nos decía:
-A quien reza y vela, todo se le arregla.
Mis hijos, a los curas hay que venerar
Porque son enviados de Dios en la Tierra
Y hay que perdonarles
Aunque nos hagan algún mal
Como es el tocaros el chichi o la pilila
Mientras lo suyo no os lo metan
Por el ano o la vagina.
Un día, subiendo al coro
De la iglesia de San Miguel Arcángel
En la calle del General Ricardos, en Madrid
Para inscribir a Juanita, Pilar y Guadalupe
Con no más de diez años
En el coro de las niñas
El padre, cura titular, director del coro
Tras del que yo subía
Se paró a atarse la cinta de un zapato
Y, al agacharse, soltó un monumental pedo
Lo que me hizo mucha gracia
Riéndole la descortesía
Y él, por ello,
Admitió en el coro a tus tres hermanitas
Alegremente diciendo:
-¿A qué puerta llamará usted Daniela
Que no le responda?
A ti, hijo, que ahora eres monaguillo
Y que mañana vas a ir a estudiar al Seminario
Te digo esto para que sepas
Que tu cuerpo y alma son de Dios
Y a los curas les ha puesto Dios
Para que velen y vigilen por ti
Y no te robe el cuerpo y alma el Diablo.
Cuando tus tres hermanitas
Suben a cantar al coro
El padre director, para que afinen sus gargantas
Les toca y soba el Chichi
Como a las demás niñas
Y, así, su voz se les pone
Como la de los propios ángeles
Que, por eso, cuando cantan todas ellas
La iglesia se llena de feligreses.
-Pero, madre ¿por qué sacó del coro a mis hermanitas?
-Hijo, tuve que sacarlas del coro
Porque un día me dijo Guadalupe
Que, mientras cantaban
Ella estaba sin darse cuenta
Montada en el cuerno del señor cura.
Cura que, por otra parte
Había dejado preñada pocos días antes
A una novia que era de Vélez el Rubio, de Murcia
A quien casaba
Llevándola a la Sacristía.
-Ay, madre. Pues, por esto, yo quiero ser cura
Para poder beneficiarme
De niñas y jóvenes novias
Y no consolarme quemando solo mi vela.
Mas tarde
Cuando yo entré al Seminario de Madrid
Este ya se despoblaba
Viendo por sus pasillos y celdas
Restos de haber habido mucho folleteo
Y abundantes pajas.
En la pared de un servició leí escrito:
“Este Seminario está
En el Camino de la Paja.
-Daniel de Culla